martes, 20 de mayo de 2008

La nueva visión de los comités de seguridad y salud laboral

Por sentido común, ha de suponerse que cualquier persona que se desempeñe como gerente, jefe o director de una empresa o institución bien sea del sector público o privado se establezca como principio sine quanom, brindar a sus empleados la mayor seguridad posible dentro de su ambiente laboral. Esto con la finalidad de que éstos, puedan desarrollar sus trabajos de una manera eficaz y eficiente, con un mínimo de riesgos para su integridad como seres humanos.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su artículo 87, segundo párrafo así lo estipula. De igual manera, el artículo 19 de la LOPCYMAT refleja las obligaciones que tienen los empleadores para con sus empleados.
No obstante, el sentido común, o más bien el sentir común, ya no es cosa de suposiciones. Las deficiencias existentes dentro del sistema social y económico en el que se ha sometido al venezolano específicamente proyectan otra realidad; una realidad basada en oficinas desprovistas de las herramientas mínimas para desempeñar un trabajo eficiente, o que a la larga va a traer como consecuencia a un personal cargado de enfermedades producto del estrés o la frustración que le ha producido trabajar en condiciones no apropiadas. Por ejemplo, existen organismos públicos en donde el espacio físico no permite privacidad para un mínimo de concentración, oficinas en donde las sillas son traídas de lo que dejan en otras oficinas porque ya no sirven, oficinas donde los computadores son tan lentos que produce en el empleado un desgaste mental por la pérdida de tiempo al esperar que guarde un material u oficios realizados en el día, mientras los llamados "jefes" no comprenden la tardanza del trabajo porque no van al día con la tecnología del momento, pero que tampoco hacen nada para solventar estos problemas. Estos pequeños detalles, y muchos más, son los que llenan al personal de fatiga, obstinamiento, frustración, problemas a nivel lumbar y cervical, en sí enfermedades, que al momento no se sienten; sólo habría que esperar varios años para ver las consecuencias.
En tal sentido, las leyes que se han creado no han sido suficientes, no por la ley en sí o porque existan deficiencias de forma o fondo, sino por la incapacidad de dichos gerentes, jefes o directores, en gerenciar a un sin número de seres humanos sedientos de empleo y de salario para cubrir sus necesidades básicas, y que para el momento otorgan poca relevancia a lo perjudicial de trabajar en condiciones inadecuadas. Bien lo diría John O'Neil citado por Barroso: "El peligro más grande del éxito es que nos incita a no ver o a descalificar los aspectos más oscuros de nosotros mismos...este no querer confrontar lo que no nos gusta ver, es la causa de que muchos fracasen"(2005, pág. 11). Definitivamente es cuestión de sensibilidad, valor del cual carecen muchos que se encuentran en altos cargos gerenciales.
Por otra parte, al hablar de leyes parto de que en el Estado venezolano se crean, y se reformulan leyes que no se adaptan a nuestra realidad. Leyes desfasadas, o leyes tan complejas por su perfección que no estipulan los organismos necesariamente competentes para ello. En este caso, habría que esperar un tiempo prudencial para ver resultados, y a su vez realizar investigaciones de campo con mayor frecuencia, en torno a este tema, para dar el seguimiento adecuado.
En el trabajo de investigación realizado por Cabeza M. y otros (2007) en el Área Metropolitana a 40 empresas tanto del sector público y privado se explica que "las condiciones mínimas no han de verse como accesorias de un contrato de trabajo, sino como requisitos legales aplicables en toda situación en que surja el hecho social del trabajo". De igual manera, se explica que no es sólo el salario lo que debe importar, sino también las condiciones de trabajo en relación a seguridad e higiene que se le debe brindar al empleado.
En consonancia con lo que mencionan estos investigadores, es necesario y urgente comenzar a trabajar en pro de la creación de una conciencia colectiva-social con respecto al conocimiento y aplicación de las leyes y reglamentos existentes en torno a este tema. Igualmente, es cierto que hay una cantidad considerable de accidentes laborales suscitados en lugares de trabajo y que no son reportados, sin contar con aquellos que fueron mencionados al principio del artículo, pero que con el transcurrir de los años producen enfermedades irreversibles.
En la LOPCYMAT se estipula en el artículo 12 la creación de los Comites de Seguridad e Higiene, en el artículo 40 las funciones de los delegados de estos comités, al igual que en el artículo 42. Una de las funciones que a mi parecer es de mayor importancia es, en primer lugar, la referente al asesoramiento en materia de seguridad que deben recibir los empleados y empleadores; y en segundo lugar, la función de recibir denuncias, ya que esta labor se ha burocratizado en las instituciones públicas y privadas, tendiéndoce al amiguismo. Es aquí donde llegan las quejas y las denucias, pero de un grupo en particular y no del sentir general de un grupo de trabajadores.
Es urgente como se explicó, crear conciencia hacia la participación activa de estos comités de seguridad, para el avance de una sociedad en general, con el único propósito de generar una masa de trabajadores sin temor a denunciar, respaldados por un grupo objetivo que va a supervisar conforme a lo que se observa, no a lo que se dice... Además, para estimular a los empleadores a ser más sensibles y estar alertas a la implementación de una condición adecuada de trabajo, aún cuando no siempre se prevean los riesgos. Esto es simplemente un sentir. Se requiere comenzar a luchar por la dignidad del ser humano como trabajador.

martes, 13 de mayo de 2008

Los paradigmas de la producción y su impacto en el mercado laboral

Todo cambio produce temor como reacción natural del ser humano ante lo inesperado, o ante la espectativa de obtener bien sea un resultado positivo o negativo. Si bien es cierto que la tan llamada Revolución Industrial dió paso a grandes avances a nivel científico, social, y económico, también es cierto que dichos avances han generado choques estratégicos ante viejas formas de concebir el mundo, y su adaptabilidad a él.
En el ámbito legal, el legislador al tratar de adaptar las leyes a una determinada realidad, busca satisfacer las necesidades de una sociedad en general, tal cual lo planteó Rosseau en su teoría del contrato social. Surgen entonces leyes para esclarecer los derechos y deberes que tendría un ciudadano común para con la sociedad.
En este caso, y muy específicamente en relación a las legislaciones laborales, éstas han buscado "satisfacer" las necesidades del trabajador (salarios, bonificaciones, vacaciones, jubilación, en pro de su seguridad laboral y social), solo que estas legislaciones se han limitado a objetivizar las relaciones patrón-obrero, descuidando el lado humano, y esto es, el día a día, que depende también de quien aplica la ley. De esto se hablaba cuando surgieron las leyes laborales en Inglaterra (1819) y las que surgieron sucesivamente en otros países verbigracia, Estados Unidos, a fin de deshechar la concepción de que el hombre era una máquina, dispuesta sólo a producir, y en consecuencia poder salvaguardar su integridad como ser humano. Sin embargo, aún cuando en la actualidad han surgido grandes avances científicos, se puede observar (en algunos casos) cómo algunos patronos explotan a sus obreros y/o empleados en búsqueda de satifacciones meramente personales, debido a que en países como México, Perú, y Venezuela -por mencionar algunos de América- estos cambios han sido asimilados de una forma más lenta.
Granell explica que dentro de las relaciones laborales existe una gran disparidad entre lo que un patrono, jefe, o gerente dice y lo que realmente hace. Se habla de participación, de adiestramiento, de derechos, de beneficios, y en realidad la conducta observada en lugares de trabajo son contrarias al discurso. Esta autora refiere que esta relación puede surgir producto de la negación de adaptar nuevas estrategias, nuevas tendencias de producción más participativas o consensuales, por temor a perder el control y el poder. (Exito gerencial y cultura, 2000).
En todo caso, se podría hablar de una cultura de pasividad o de temor para reclamar por derechos plenamente identificados en las leyes laborales, lo cual se debe al modelo de obedecer órdenes sin derecho a opinar (modelo de la producción en serie). Mucho se observa de empleados que no explanan sus necesidades, inquietudes o molestias por temor a ser despedidos; pareciera propio del siglo XVIII, pero sucede frecuentemente en empresas públicas o privadas.
En el artículo de Marlene Peñaloza acerca de los paradigmas de la producción y su impacto en el mercado laboral (2007), se explica el cambio de un paradigma a otro, en este caso, el de la producción en masa y el de la producción flexible (paradigma actual), el cual ha sido mal interpretado por ineficacia de los entes del Estado en proveer de empleos dignos ajustados a la realidad de los ciudadanos, y apegados a estas nuevas tendencias.
En tal sentido, estos paradigmas han obligado a la sociedad a adaptarse a estos cambios, y buscar la manera de sobrevivir; grandes empresas privadas que no garantizan al hombre beneficios más allá del monetario, personas que subemplean a otras, la competitividad que crece insesantemente ante el crecimiento de la economía, un sin fin de elementos que perjudican al ciudadano común, y donde el Estado no brinda las oportunidades suficientes para obtener un empleo estable, o con todos los beneficios que les confiere la ley, para que las personas que han sido afectadas por el impacto en el mercado laboral y sus consecuencias tengan una vejez protegida económicamente. Pero ¿hasta qué punto es perjudicado el hombre con este impacto? Muchos son los que han visto este cambio beneficioso para independizarse, crecer económicamante y tener los medios económicos suficientes para subsistir luego de un largo período de trabajo independiente; otros al contrario han catalogado estos cambios como un total probelma social y económico de pocas oportunidades para salir adelante. En realidad, todo es relativo.
Se cree que al menos en nuestro país (Venezuela) nuestra cultura no ha internalizado dichos cambios, y apenas nace en comparación a otras culturas, donde los sindicatos, y las huelgas o protestas originados por ellos tienen un efecto revelador y positivo. En tal sentido, no se niega el avance que se ha logrado con la promulgación de leyes, leyes que de más está decir, son casi perfectas, pero de orígen en su base totalmente foráneas. Como se mencionó, éstas se dirigen a hacer cumplir la jornada de trabajo, no a personas o su realidad, siendo contradictorio tratar de considerar aspectos subjetivos en leyes, pero si en políticas de control que hagan más eficiente el cumplimiento per se de dichas leyes.
En sí existen muchas contradicciones, y como diría Torres de Palencia (2002) en su libro Competencias Laborales: "el avance tecnológico ha significado la destrucción de empleos, y al mismo tiempo el surgimiento de otros...Esta situación define al mercado laboral desequilibrado, con un crecimiento constante del desempleo a lo largo del tiempo".
En conclusión, desde un enfoque humanista, las políticas creadas por el Estado para "proteger" a los trabajadores han sido ineficaces ante el boom poblacional que cada día exige más derechos; no es la tecnología, ni el hecho de buscar personal calificado para utilizar eficientemente nuevas estrategias para el trabajo y la producción. Es el lado humano que ha sido obviado por una cultura de poder. Si no se considera este aspecto tan fundamental, los efectos de la producción flexible donde sin querer se ha incluído la tercearización, y el subempleo, se va a generar aún más desempleo y déficit en el mercado de trabajo.

domingo, 4 de mayo de 2008

Determinantes Estructurales de la Sobreexplotación de Trabajo Femenino en Venezuela


Conforme a lo que menciona la Profesora Leticia Barrios en su artículo acerca de los determinantes estructurales de la sobreexplotación del trabajo femenino en Venezuela, cabe destacar que este tema es de reciente data e investigación debido a que las sociedades periféricas para las cuales existimos como féminas, han modelado en nuestra cultura, un patrón patriarcal que distingue a las mujeres de los hombres de manera significativa en relación a su desempeño en cualquier área. En otras palabras, a la mujer se le ha considerado como la débil, sensible, a quien le corresponde toda la labor doméstica, del cuidado de los niños o del hogar, la que no es capaz de realizar otro oficio y profesión que el de ama y señora de la casa. Este comentario, más que de ser dramático, es realista ¡ Igual no menos realista, es el profundo cambio que se está gestando en la ujer a nivel mundial.
Es cierto que el desmesurado y desorganizado crecimiento de la sociedad actual, ha inducido a la mujer a buscar fuentes de empleo, puesto que las políticas económicas implementadas hasta ahora, no han sido suficientes ante la creciente demanda de servicios y productos. No obstante, las revoluciones que han surgido a través de los años han hecho manifiesto la igualdad de los derechos de las mujeres; por ejemplo, en el año 1995 en la Conferencia Mundial de la Mujer, bajo el lema “Igualdad, Desarrollo y Paz” se acordó una estrategia para conseguir que la sociedad del siglo XXI sea más justa con las mujeres, y ésta haga valer el respeto que como ser humano se le debe conferir.
En tal sentido y en relación al estudio, la sobreexplotación del trabajo ha sido definida por Marx, citado por Leticia Barrios “como la desvalorización real de la fuerza de trabajo…” ya que, se excede en el tiempo laborado por un trabajador, y de lo cual, éste no obtiene ningún beneficio. En cuanto a la sobreexplotación del género femenino, la Profesora Barrios explica que es “un fenómeno estructural inherente a las características propias de una economía periférica que presenta un conjunto de desequilibrios en su mercado laboral. En este sentido, se aprecia además de una explotación clasista que recae sobre importantes sectores de la fuerza de trabajo, una explotación de género que se evidencia en las disparidades hombre mujer en el mercado de trabajo y que dan cuenta de una profunda división sexual del trabajo”. Barroso, M. en torno a este tema, refiere que “la mujer profesional es mujer antes de ser profesional, y es persona antes de ser mujer” (1999: pag. 211).
De acuerdo a la autora en estudios realizados entre el año 1999 y el 2000, se incrementó la incorporación de la mujer en el campo laboral, y aun cuando el desempleo y la precariedad, y la flexibilidad laboral podría observarse como un aspecto propio tanto a hombres como mujeres, en éstas es mayor dado el grado de descalificación y discriminación ante la productividad de las mismas, sectorizando empleos e incluso profesiones sólo a las mujeres por el esteriotipo culturalmente creado que las limita sólo a oficios de casa.
La autora resume que los determinantes estructurales de la sobreexplotación del trabajo femenino en Venezuela, y que a mi parecer son de mayor relevancia, se dirigen a: la incapacidad del aparato productivo para absorber la mano de obra, y la profundización del subdesarrollo. Claro está, el estudio realizado por esta autora es del año 2004, habría que revisar estudios de investigaciones más recientes, y que reflejen la realidad actual para conocer si estos aspectos han variado sustancialmente.
En todo caso, y en base a lo que se menciona, si bien es cierto que hemos estado imbuidos en una cultura con arraigos machistas, también es cierto que todos estos cambios que han impulsado a la mujer a buscar fuentes de empleos fuera de sus hogares han sido positivos para hacerse sentir como un ser totalmente productivo en igual escala que el realizado por el género masculino. Ejemplo del avance que han realizado las mujeres actualmente, es su inclusion en campos laborales antes inaceptables moral y socialmente, lo podemos palpar cuando se han visto mujeres dueñas de locales comerciales, ferreterías, choferes de taxis y autobusetas, ingenieras mecánicas, carpinteras, gerentes de empresas, etc. La cultura organizacional de algunas empresas, siguen en esencia siendo machista, viendo a la mujer como un mero objeto de belleza, sin considerar sus talentos y habilidades. A la mujer se le ha hecho presente en puestos de segunda fila, a la cual se le subordina a los mandatos de un hombre.
En contraposición a esto como se mencionó, y por lo observado de acuerdo a experiencias, la mujer se está preparando para ir en búsqueda de desempeños más competitivos y exitosos; y hacia allá está girando nuestra realidad. Dependerá entonces de la mujer venezolana, de sus valores, creencias y capacidades el que se tome en cuenta como un ser humano capaz de enfrentar cargos gerenciales o directivos de alto nivel, y lo más relevante del caso, que haga valer sus derechos ante este creciente mundo globalizado.